Ahí estabamos...

Ahí estabamos.
Vos, cansado de gritar...
Drogado de poesía infinita y música eterna,
seducido por el viento.
Vos... siempre vos... con tu alma y tu cuerpo conectando,
con tu locura reproduciendose, y algún escondite preparado...
Vos, todo y nada, vos...
Oscuridad y luz; amor y odio; mentira y verdad; compañía y soledad...

Yo...
disfrutando tu loca belleza...
Yo, yo... Yo estaba pensando...
Pensando que estabamos haciendo, pensando a que hora tendría que irme,
pensando en...

Yo simplemente estaba ahí...
Con mi mente separada de mí,
y mi alma todavía mucho más lejos, en el momento que la vi queriendo entrar en tu piel...

Yo corría acostada en el mismo lugar, en el piso que nos escuchó y observó,
el que quizás quedó embriagado de locura o lastimado al oírnos decir tantas cosas...

Te miraba, soñaba... y mis sueños iban y volvían,
me lastimaban por ser tan intensos, pero la herida era tan dulce,
tan tentadora, que era imposible no aceptar.

Vos otra vez, único y solamente vos, mirándome, insinuandome, que?
Inentendible vos, vos... Maníaco y febril, vos...

Y yo sin saber, sin entender...

Yo...
Escuchandote y riendome,
de vos, de mí, de la situación...
Sabíamos lo que iba a pasar, como ibamos a terminar,
pero nos gustaba jugar a encontrar el posible límite,
o aquella línea que, al pasarla, sabíamos que ibamos a herirnos...

Vos, buscándome,
besandome, enloqueciendome una vez más...

Ahí estabamos,
todo raro, tan irreal,
mágico y traumático,
pero ahí estabamos... los dos.