16.6.08

Junio

"Existencia en todas partes, al infinito, de más siempre y en todas partes; existencia, siempre limitada sólo por la existencia. Me dejé estar en el banco, aturdido, abrumado por esa profusión de seres sin origen; en todas partes eclosiones, florecimientos; me zumbaban de existencia los oídos, mi misma carne palpitaba y se entreabría, se abandonaba a la brotadura universal; era repugnante. "¿Pero por qué, pensaba yo, por qué tantas existencias, si todas se parecen?" ¿A santo de qué tantos árboles todos parecidos, tantas existencias frustradas y obstinadamente recomenzadas y de nuevo frustradas, como los torpes esfuerzos de un insecto caído de espaldas? (Yo era uno de esos esfuerzos.) Esa abundancia no hacía el efecto de generosidad, al contrario. Era lúgubre, miserable, trabada por si misma. Esos árboles, esos grandes cuerpos desmañados... Me eché a reír porque pensé de golpe en las primaveras formidables que se describen en los libros, llenas de crujidos, estallidos, eclosiones gigantescas. Había imbéciles que venían a hablar de voluntad de poder y lucha por la vida. ¿No habían mirado nuna un animal o un árbol? Hubieran querido hacerme tomar ese plátano con sus placas de peladera, esa encina medio podrida por fuerzas jóvenes y ásperas que brotaban hacia el cielo. ¿Debía representármela como una garra voraz que rompiese la tierra para arrancarle su sustento?
Imposible ver las cosas de esta manera, Blanduras, debilidades, sí. Los árboles flotaban. ¿Ímpetu hacia el cielo? Más bien un derrumbe; a cada instante esperaba arrugarse los troncos como juncos cansados, encogerse y caer al suelo en un montón negro y blando con pliegues. No tenían ganas de existir, pero no podían evitarlo; eso es todo. Entonces hacían todas sus pequeñas cocinas, despacito, sin entusiasmo; la sabia subía lentamente en los vasos, a contra gusto, y las raíces se hundían lentamente en la tierra. Pero a cada instante parecían a punto de plantarlo todo allí y de aniquilarse. Cansados y viejos, continuaban existiendo de mala gana, simplemente porque eran demasiado débiles para morir, porque la muerte sólo podía venirles del exterior: sólo las melodías musicales llevan en sí su propia muerte como una necesidad interna; pero las melodías no existen. Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad. Me dejé ir hacia atrás y cerré los párpados. Pero las imágenes, enseguida vigilantes, saltaron y vinieron a colmar de existencias mis ojos cerrados: la existencia es un lleno que el hombre no puede abandonar."
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La náusea - Jean Paul Sartre

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