Hoy al fin se abrió el cielo gris para mí. Abrí la puerta de la percepción y no pude evitar la marea que rápidamente me secó. Levanté la cabeza y miré al cielo. El panorama: vulnerable. No fui capaz de sostener la mirada.
Me pregunté cómo era posible aquel color concentrado y tan musicalmente armonioso. Por un momento me sentí culpable por tanta belleza y me enceguecí. No podía explicarme porqué, solo me limitaba a sentir el viento. No podía ver nada. Me quedé sentada contemplando la inmensidad, percibiendo el paisaje a través de mi cuerpo.
Sería incapaz de mencionar cuanto tiempo estuve en aquella pintura, por primera vez había perdido el rumbo de los relojes.
Recuerdo que el frío invadió el aire y la soledad se volvió intacta y seca. Terriblemente hermosa fue, pero egocéntrica y cruel. Los instantes se cortaban con un respiro, la témpera chorreaba y luego caía en mis manos. Empezé a sentirla sobre los dedos formando círculos pequeños, armoniosamente perfectos, y allí creí sentir la energía del universo.
Me cubrí rápidamente con la arena que tenía en el pelo, rompí los círculos, y cayó todo al mar.
Aquella arrogante perfección podía enloquecerme. Tuve miedo. Pero desperté.
2 comentarios:
Y aquellos ojos... espero sigas así como siempre! Y no cambies nunca.
Besos amiga
cada dia escribis mas lindo..
te quiero mucho maria pia =)
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