
Me encuentro en el barrio del Norte. Abandonando a la vieja guardia.
2:37 am.
Estoy en compañía de la belleza de Serrat.
También hablo con Diego. Él me habla desde el sur. Casi en la Bahía.
Escuche una voz muy extraña.
Era como un tipo cantando una ópera. Lo más increíble es que su voz parecía que estaba acá adentro. No sé de donde venía. Pareció un sueño. Parecía un cuento. Pero cuando quise determinar exactamente que cantaba, la voz se apagó. No la volví a escuchar.
Antes de eso, escuché ruidos de la calle. Eran como miles de espejos estallando.
Parecían bombas. Bombas de cristal. Bombas que no hacían daño. Bombas de poesía.
Pero la velocidad del transporte se llevó todo. Y los ruidos se fueron.
Sigo con la musiquita.
Ahora son las Dos y Cuarenta y tres.
Diego sigue perdido en el frío.
Yo sigo con la expresión inexistente.
Fabri estará despierto también.
Esto es la c-i-t-y.
En Punta Alta hace casi 3 grados.
Estoy despierta. No puedo leer el libro. Hace más ruido que la calle.
Este barrio es bastante ruidoso. Los colectivos pasan rápido. Hay gente que camina también.
Pero la persiana está cerrada.
Mientras tanto, el humo va cerrando la escena.
3 comentarios:
A veces el frío se pierde en la mente y lo que se crea es la calefacción que larga la compania y el corazón que alegras siendo mi gran amiga...
Te adoro
Siempre, yo.
Diego.-
Debemos rescatar lo que nos queda, ese grito sagrado: LIBERTAAAD!!!
Hola Maria Pia !
Paradójicamente sos parecida, o por lo menos me hacés acordar a mi morocha hermana, quien se llama igual que vos..
Con respecto a tu comentario, lejos está de ser trillado o algo asi, estoy muy agradecido !
besos ! y te sigo leyendo
Matias
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