3.4.09

Otoño

Nunca es tan tarde en Buenos Aires como cuando recuerdo lo temprano que es en el mar. Sabiendo que la luna la veo antes allí, y que el cielo aquí me la oculta, algunas veces por noches enteras; y que el agua fría es fría desde antes que yo abriera esta canilla; y que el sol es mucho más hermoso desde temprano, por el simple hecho de que antes lo veo, y porque -obviamente- se acuesta en las orillas.
Se me hace terriblemente tarde en la ciudad, no logro llegar temprano a los lugares que no hay que llegar. Se bien que una partecita mía quedó perdida por ese faro, la veo sumergiéndose en las aguas.
Si me preguntara el motivo de la tardanza, es tan fácil responder con ausencia. Pero, ¿dónde está mi verdadera ausencia? No se sabe bien si la presencia puede ser motivo racional para determinar mi lugar en la Tierra.

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