24.10.10


Corren, corren, corren... y si me detengo un segundo, en el medio de toda esta multitud, me sentiría terriblemente sola, descuidada, sucia... si te encontrara a la vuelta del semáforo, cuando el amarillo nos marque la incertidumbre, te vería solo a través de los ruidos, de las piernas. Si esperaras que eche a todas las personas, pasarían algunas horas; luego, existiría una noche en la que los sonidos se escondan, en la que la arena esté mojada, en la que te peines el pelo y te rías. Constaría de una noche y de un año entero, muchos días y esa noche, comprenderías entonces que no hacían falta esas horas, que la luna es nocturna o no es nada, que el momento es la única noche, o más bien, todas las que me río de tu reír, de tu peinado, de tu cara de dormido. Dormí, dormí, dormí... sin correr, muevo las sábanas, me sueño; verde, es hora de amanecer.


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