Siempre ella le daba respuestas tan frías y de por si tan poco sinceras, era como un juego en el que uno predice el final, cuando ella respiraba para contestar, él ya sabía lo que contestaría. Esto le hacía pensar si Ana era realmente predecible o todo lo contrario, bastaba con pensar un segundo en ella y su corazón latía como peces en el Pacífico, le causaba una gran desesperación no poder descifrarla pero a la vez lo sentía como algo tentador a lo cual no podía despegarse, produciéndose una masa gomosa de dudas y perfume barato de río.
A Julián le gustaba aprovechar los silencios que aparecían en sus madrugadas, cuando la cerveza se había vaciado al igual que el placer, y quedaban solamente miradas mudas planeando un crimen, un ataque, un duelo de llantos y quejas molestas. En ese momento, él observaba a Ana. Observaba sus poses de princesa fracasada, de gata abandonada, de peleadora rencorosa en esas sábanas pintadas de alcohol, música, y canciones desbordadas de recuerdos. Observaba su fantástica tristeza, allí sentada en el borde de la cama, peinándose, abriendo sus ojos y mirando hacia la ventana, como pensando que algo pasaría, algo aparecería allí, una hoja, un pájaro, un libro. Pero nada de eso pasaba, el encuentro de dos cuerpos era algo rutinario, lo único que iba a aparecer era el sol, y quizás algo de luz, algunos reproches y el aire de la puerta abierta, un barrio otoñal con calles angostas y nada más, ni un pájaro y mucho menos una hoja, aunque su estúpida imaginación lo pidiera. Entonces lo único que quedaba era esperar que pase el tiempo, que el reloj corra, y pasen las horas, mientras se destruía su utopía, y su ilusión moría ahogada en un mar de silencio, era triste, claro que sí, era realmente triste que Ana no pudiera comprender los hechos cotidianos, ni soportar la rutina. Triste pero bello, su sueño era mucho más hermoso que la racionalidad, lo triste era simplemente que eso no pudiera cambiar.
Julián se confundía observando a Ana. Como si ella posara sólo para él, pero al retratarla la pintura no fuera precisa, algunas veces se olvidaba los detalles, otras veces los colores, y otras el rasgo principal. Y esto ocurría en todos sus encuentros: Noche, música, risa, odio, placer, incertidumbre, ventana - pintura. El claro ejemplo que la monotonía algunas veces suele ser seductora.
La seguía observando, ese era el momento, pronto ella se iría y ya no quedaría más tiempo, los próximos soles los separarían cada vez más, los alejarían y crearían entre ellos un abismo no tan real, pero abismo al fin, y la música sonaría distinta, las canciones serían mucho más melancólicas, algunas se suicidarían y no volverían a aparecer, entonces ese era el momento para contemplar la agonía, su intento frustrado del cambio, su rostro advirtiendo claramente que ya empezó a recordar lo que hace algunas horas pasó, y ahora lo ve tan lejano, tan inaccesible, porque si en ese instante ella lo hubiese besado él no lo hubiese permitido, porque ya había aparecido el sol, y nada era como la noche que los había envuelto en aires de poesía perfecta, ya el día les hablaba, su asquerosa voz aparecía como en los aeropuertos, anunciando partidas, despedidas confusas y entre ellos se iniciaba un diálogo con palabras absurdas utilizadas solamente para extender un poco más la última escena.
Este agosto los despertó igual que aquella noche de verano intenso. Pero los estremece una canción, suena mil veces, se escucha el no es que no te crea, es que las cosas han cambiado un poco… y ella se baña de lágrimas sabiendo que es verdad, que algo en el aire le dice que las cosas no son como antes, que ella no es como antes, y que solo queda extrañarlo y escribirle, sintiendo que alguna vez todo será diferente.
Este agosto los despertó, y desnudos entre las sábanas pintadas de alcohol, música, y canciones desbordadas de recuerdos, se miran, se buscan, se encuentran, se pierden, se van, reaparecen, lloran, ríen, pero no se besan, no se aman, se enredan en los pétalos de una flor que mientras se marchita, les avisa que deben despedirse.
A Julián le gustaba aprovechar los silencios que aparecían en sus madrugadas, cuando la cerveza se había vaciado al igual que el placer, y quedaban solamente miradas mudas planeando un crimen, un ataque, un duelo de llantos y quejas molestas. En ese momento, él observaba a Ana. Observaba sus poses de princesa fracasada, de gata abandonada, de peleadora rencorosa en esas sábanas pintadas de alcohol, música, y canciones desbordadas de recuerdos. Observaba su fantástica tristeza, allí sentada en el borde de la cama, peinándose, abriendo sus ojos y mirando hacia la ventana, como pensando que algo pasaría, algo aparecería allí, una hoja, un pájaro, un libro. Pero nada de eso pasaba, el encuentro de dos cuerpos era algo rutinario, lo único que iba a aparecer era el sol, y quizás algo de luz, algunos reproches y el aire de la puerta abierta, un barrio otoñal con calles angostas y nada más, ni un pájaro y mucho menos una hoja, aunque su estúpida imaginación lo pidiera. Entonces lo único que quedaba era esperar que pase el tiempo, que el reloj corra, y pasen las horas, mientras se destruía su utopía, y su ilusión moría ahogada en un mar de silencio, era triste, claro que sí, era realmente triste que Ana no pudiera comprender los hechos cotidianos, ni soportar la rutina. Triste pero bello, su sueño era mucho más hermoso que la racionalidad, lo triste era simplemente que eso no pudiera cambiar.
Julián se confundía observando a Ana. Como si ella posara sólo para él, pero al retratarla la pintura no fuera precisa, algunas veces se olvidaba los detalles, otras veces los colores, y otras el rasgo principal. Y esto ocurría en todos sus encuentros: Noche, música, risa, odio, placer, incertidumbre, ventana - pintura. El claro ejemplo que la monotonía algunas veces suele ser seductora.
La seguía observando, ese era el momento, pronto ella se iría y ya no quedaría más tiempo, los próximos soles los separarían cada vez más, los alejarían y crearían entre ellos un abismo no tan real, pero abismo al fin, y la música sonaría distinta, las canciones serían mucho más melancólicas, algunas se suicidarían y no volverían a aparecer, entonces ese era el momento para contemplar la agonía, su intento frustrado del cambio, su rostro advirtiendo claramente que ya empezó a recordar lo que hace algunas horas pasó, y ahora lo ve tan lejano, tan inaccesible, porque si en ese instante ella lo hubiese besado él no lo hubiese permitido, porque ya había aparecido el sol, y nada era como la noche que los había envuelto en aires de poesía perfecta, ya el día les hablaba, su asquerosa voz aparecía como en los aeropuertos, anunciando partidas, despedidas confusas y entre ellos se iniciaba un diálogo con palabras absurdas utilizadas solamente para extender un poco más la última escena.
Este agosto los despertó igual que aquella noche de verano intenso. Pero los estremece una canción, suena mil veces, se escucha el no es que no te crea, es que las cosas han cambiado un poco… y ella se baña de lágrimas sabiendo que es verdad, que algo en el aire le dice que las cosas no son como antes, que ella no es como antes, y que solo queda extrañarlo y escribirle, sintiendo que alguna vez todo será diferente.
Este agosto los despertó, y desnudos entre las sábanas pintadas de alcohol, música, y canciones desbordadas de recuerdos, se miran, se buscan, se encuentran, se pierden, se van, reaparecen, lloran, ríen, pero no se besan, no se aman, se enredan en los pétalos de una flor que mientras se marchita, les avisa que deben despedirse.
4 comentarios:
Ahora veo que por ahi estan tus otros paraisos :)..
Y tal vez agosto dice que no nuevamente, nadie lo sabe...
Lo que si se es que, con lo que acabo de leer, confirmo y reconfirmo que es una maravilla como escribis, ya que es un placer recrear imagenes de tus palabras..
te quiero maria pia :)
Necesito verte antes q sea demasiado tarde...casi son las tres....
Tiemblo a veces en que las palabra que yo pueda llegar a decir las completes vos.
Alguna vez puede ser ahora.
Porque quizas mañana sea tarde.
Vos ya sabes entender...es solo un rato nomas.
No dejes que las voces se ahoguen tan facil en los contestadores.
Me dejás sin palabras.
- Después charlamos Pía! :*
Te quiero!
Diego.-
Me enanta como escribis jaja te lo vuelvo a decir...
Besos =)
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